La semana pasada nos llegó una noticia que, aunque rara a primera impresión, abarcó muchos titulares en los medios de comunicación compartiendo las primeras planas con la siempre despreciable señora Laura Bozzo: “El Perú ha obtenido el grado de calificación”.
Pero, qué importancia tiene para el común de los mortales que el Perú obtenga o deje de obtener en materia macroeconómica. Los peruanos que conforman la mayoría de este país viven el día a día y están más preocupados en el alza de los precios con los que preparan sus alimentos, ellos están acostumbrados a las “buenas noticias” económicas pero también están acostumbrados a que las mismas no se reflejen primordialmente en sus bolsillos.
En buen cristiano lo que esta noticia significa es que una agencia calificadora de riesgos (grandes empresas internacionales que analizan la solvencia de los países para asegurar el 100% de probabilidades de cumplir con sus deudas): Fitch Ratings ha dicho que el Perú ha mostrado, en números, una fuerte mejora de sus indicadores de solvencia externa y fiscal (más reservas internacionales, prepagos y pagos puntuales de su deuda externa, y más recaudación fiscal), lo cual contrarresta cualquier posibilidad de incumplimiento de pago de sus obligaciones en moneda extranjera a futuro.
Y, ¿Por qué es importante lo que esta agencia diga o deje de decir? Porque avocados como estamos por conseguir mayor inversión extranjera debemos tener en cuenta que cualquier multimillonaria empresa internacional no invierte ni un dólar en un país como Haití (en opinión despectiva de muchos: un Estado fallido) que se está muy debajo del Perú en este rating.
Pero Fitch es sólo una de las 4 más importantes agencias calificadoras de riesgos, de las cuales 2 ya han incluido al Perú en este selecto estatus en el cual también están Chile y México (ver cuadro del diario La República)
Independientemente del espaldarazo económico-internacional que esto significa, no debemos perder de vista que esta calificación no es permanente, así como llegamos a ella podemos perderla. Tampoco perdamos de vista las recomendaciones que la misma Fitch nos hace referidas a: (i) Los riesgos de concentración de nuestras exportaciones (minería); (ii) Dolarización de la economía; y, (iii) Riesgos de gobernabilidad por conflictos sociales.
Pero, qué importancia tiene para el común de los mortales que el Perú obtenga o deje de obtener en materia macroeconómica. Los peruanos que conforman la mayoría de este país viven el día a día y están más preocupados en el alza de los precios con los que preparan sus alimentos, ellos están acostumbrados a las “buenas noticias” económicas pero también están acostumbrados a que las mismas no se reflejen primordialmente en sus bolsillos.
En buen cristiano lo que esta noticia significa es que una agencia calificadora de riesgos (grandes empresas internacionales que analizan la solvencia de los países para asegurar el 100% de probabilidades de cumplir con sus deudas): Fitch Ratings ha dicho que el Perú ha mostrado, en números, una fuerte mejora de sus indicadores de solvencia externa y fiscal (más reservas internacionales, prepagos y pagos puntuales de su deuda externa, y más recaudación fiscal), lo cual contrarresta cualquier posibilidad de incumplimiento de pago de sus obligaciones en moneda extranjera a futuro.
Y, ¿Por qué es importante lo que esta agencia diga o deje de decir? Porque avocados como estamos por conseguir mayor inversión extranjera debemos tener en cuenta que cualquier multimillonaria empresa internacional no invierte ni un dólar en un país como Haití (en opinión despectiva de muchos: un Estado fallido) que se está muy debajo del Perú en este rating.
Pero Fitch es sólo una de las 4 más importantes agencias calificadoras de riesgos, de las cuales 2 ya han incluido al Perú en este selecto estatus en el cual también están Chile y México (ver cuadro del diario La República)
Independientemente del espaldarazo económico-internacional que esto significa, no debemos perder de vista que esta calificación no es permanente, así como llegamos a ella podemos perderla. Tampoco perdamos de vista las recomendaciones que la misma Fitch nos hace referidas a: (i) Los riesgos de concentración de nuestras exportaciones (minería); (ii) Dolarización de la economía; y, (iii) Riesgos de gobernabilidad por conflictos sociales.
Asímismo, no debemos perder de vista que en la medida que este crecimiento económico no se refleje mejor en los más pobres, simplemente no vale nada.
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