Siempre resulta importante escuchar a personajes que, con la experiencia que les otorga el peinar canas, dedican unos minutos de su tertulia a cuestionar el status quo vigente.
A Carlín (en sus caricaturas) y Giacosa (ahora sólo en su espacio en Perú 21) autoridad intelectual les sobra pero sus propósitos resultan tan nobles (e inalcanzables) que suenan hasta "quijotescos" por aquellos que vivimos (y peor aún nos hemos acostumbrado) a esta pinche vorágine.
Sin embargo, sus conclusiones son contundentes:
(i) Si al reducir la jornada de 16 a 8 horas de trabajo el mundo capitalista no se vino abajo años atrás, por qué debería hacerlo hoy al ajustar la jornada actual a la mitad (máxime si con el correr del tiempo hemos desarrollado técnología que precisamente fue creada para incrementar la productividad y trabajar menos).
(ii) ¿O es que acaso el desarrollo de la tecnología (traducido en mayor productividad) está puesta al servicio del capital (léase un grupito de multimillonarios) y no al servicio del ser humano?
(iii) Gran parte del capital con el que actualmente se explota al ser humano proviene precisamente de los fondos que esta inmensa masa de trabajadores aporta para sus futuras pensiones. Tremenda paradoja porque el oprimido entrega los medios al opresor.
(iv) Asumiendo que el capital no se verá afectado por la reducción del horario de trabajo (como no lo hizo años atrás debido al aumento de la productividad), es lógico pensar que en la actual jornada de 8 horas podrían trabajar en 2 turnos de 4 horas cada uno 2 personas, incrementando así la tasa de empleo.
Como siempre escuché decir a un muy querido amigo argentino: "en teoría pero sólo en teoría el Comunismo funciona", porque siempre aparece un economista que hecha a perder la fiesta.
En fin, buena suerte muchachos.
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